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Aprendiendo a dibujar con el Lado derecho del Cerebro: ¿de qué se trata?

  • Tzeitel Escultora
  • 5 mar 2021
  • 4 Min. de lectura

(Claves: Principiantes / Intermedios / Dibujo)


Afortunadamente, han habido maestros que nos legaron mucho material para mejorar nuestro desempeño como dibujantes. Están quienes fueron famosos artistas y que se dedicaron a descifrar los secretos del dibujo, como lo fueron Leonardo Da Vinci y Alberto Durero, por poner dos ejemplos muy conocidos. También, hay quienes se dedicaron a la pedagogía del dibujo a partir del siglo XIX, en un interés por resolver problemas de observación, ejecución y autonomía del estudiante. Una de estas personas fue Betty Edwards, quien escribió un método titulado Aprendiendo a Dibujar con el Lado Derecho del Cerebro.


El método de Edwards está basado en descubrimientos científicos del cerebro. Algunos de ellos concluyen, a groso modo, que el lado izquierdo controla tareas de lógica y el lenguaje, mientras que el derecho comprende tareas espaciales y abstractas. En buena teoría, el lado derecho sería el ideal para dibujar y realizar tareas de artes visuales o cualquier otra actividad relacionada con el espacio.



Ahora se sabe que las funciones cerebrales no están tan localizadas como se pensaba, pero lo importante es saber de su existencia, que muchas veces están en un segundo plano y que se pueden estimular. 

Betty Edwards señala la raíz del problema para dibujar: el lado lógico de nuestro cerebro (el izquierdo) es, por lo general, muy dominante; por lo tanto, intenta realizar incluso las tareas que no le corresponden, como la de dibujar.


Básicamente, el lado izquierdo está muy ligado al lenguaje. Cuando aprendimos a hablar siendo niños, ese lado del cerebro creó una especie de archivo simbólico repleto de imágenes infantiles.


¿Cómo era la casa de tu infancia? ¿Cómo dibujabas el sol? ¿Cómo interpretabas los rostros de las personas? ¿Recuerdas tus dibujos de esa época? Ese archivo de símbolos aún está guardado en nuestro cerebro adulto y usualmente tiene impacto en nuestros dibujos cuando no hemos descubierto los secretos de la observación.




 Casa con gato en el techo. Realizado a mis 6 años. 
Casi todos hemos tenido la experiencia de dibujar la típica casa de la infancia, 
así como otros elementos y personas de nuestro entorno.
  Hay una semejanza 
con el realismo, pero es 
tan solo es una equivalencia o interpretación simbólica.



Algunas personas desarrollan el dibujo realista desde la niñez por autodescubrimiento o algún tipo de predisposición. Sin embargo, para muchos es una habilidad frustrada. Betty Edwards explica en su libro que, cerca de los 10 años, nos volvemos bastante autocríticos por la falta de "calidad" de nuestros dibujos (B. Edwards, 1994, p. 88). Cuando no podemos alcanzar el nivel que queremos nos topamos con algo muy común: la frustración. El dibujo deja de ser lo que fue cuando éramos niños pequeños y es común abandonar la actividad, sobre todo si no se cuenta con apoyo adulto. Posiblemente nuestros intereses cambian y la vida nos lleva con cierta naturalidad por otros rumbos.

La solución de este problema, según propuso Edwards, es proporcionar al aprendiz un entrenamiento que no le guste para nada al cerebro izquierdo, de manera que el cerebro derecho puede surgir ante el retiro de su compañero.


Una de las reglas durante el curso de Betty Edwards es no conversar, para reducir lo más posible la intervención del lado izquierdo. ¡Hasta la forma de pensar debe ser controlada! Por ejemplo, una regla es no hacer caso a la queja mental, que casi siempre viene de nuestro lado dominante izquierdo. Algunas quejas típicas son: esto no lo puedo hacer, qué feo me sale, el compañero de la par dibuja mejor, qué raros estos ejercicios, hacer esto no es lógico, etc.


Temas como el espacio vacío, del cual escribí este artículo hace unos meses, el dibujo invertido y las copas cara, son solo formas de evadir la modalidad izquierda y de estimular la derecha. Cabe mencionar que este método es para dominar el realismo. Esto lo aclaro porque en la actualidad hay otros formas de dibujo que buscan la expresión, la creatividad, la diversión, la relajación y hasta la terapia. En fin, otras metodologías tienen objetivos diferentes e igualmente válidos de los que hablaré en futuros artículos.


A pesar del enfoque realista de Edwards, también nos enseña cómo identificar los contenidos abstractos de todo dibujo realista: las relaciones espaciales, el espacio vacío, la interpretación de las sombras, las proporciones y la visión de la totalidad. Estos otros contenidos son el material de trabajo del cerebro derecho, por eso son tan importantes.


Mi labor en docencia me hizo comprender que son muchos los adultos que tienen interés en el dibujo. En esos casos recomiendo el método de Betty Edwards, pues es un sistema esperanzador que permite el acceso a una parte del cerebro que usualmente no puede actuar tanto.


Por otro lado, es una metodología de observación aplicable a cualquier edad, siempre que se adapte en el caso de los niños, ya que ellos necesitan más libertad de trabajo.


En conclusión, Aprendiendo a Dibujar con el Lado Derecho del Cerebro es un libro sumamente recomendado para todo aquel que quiera aprender a dibujar o dedicarse a una área de las artes visuales.


Hay que tener en cuenta que se trata de un libro grueso, lleno de explicaciones y ejercicios, así que tampoco es una fórmula rápida. Sin embargo, cuando comienzas a tener resultados la magia aparece. Entra en acción una parte de nosotros que debe fortalecerse, igual que hacer ejercicio despierta músculos que nunca usamos. El cerebro es sorprendente.


Me despido con esta imagen del libro de Betty: el antes y el después del dibujo de un par de sus estudiantes.



B.Edwards. (1994). Aprendiendo a dibujar con el lado derecho del cerebro. 3ra edición. Página 191.


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